Ellas tres viven bajo un mismo techo. La primera nunca amo al hombre con el que se caso, la segunda amo con locura al hombre con el que nunca se caso y la tercera ama a quien la considera una ciclotímica.
La primera vivió con carencias, la segunda con limitaciones y la tercera con excesos. Una vive del pasado y de parientes lejanos malagradecidos, todo es mejor de lo que ella tiene pues no tiene nada, la segunda está atada a deudas y preocupaciones y la tercera está casada con sus miedos, con sus anhelos de llamar la atención y refugiada en libros con palabras extrañas, que muchas veces ni siquiera ella comprende.
La primera no utiliza los cubiertos, agarra la comida con las manos o las tortillas y eructa después de tomar el refresco, la segunda chupa los huesos de pollo pero sabe cómo comportarse en la mesa delante de extraños, la tercera ha sentido asco por las anteriores y es comedora compulsiva.
La primera no quiere a ninguna de las otras dos mujeres, la segunda las quiere a ambas y la tercera siente rencor por una y compasión de gratitud por la otra. La primera utiliza groserías para hablar o expresiones de vecindad de un México coloquial, la segunda utiliza el morbo y el lenguaje de calo y la tercera lucha irrefutablemente contra la tradición.
Una no entiende nada y no sabe nada, la otra sabe lo que una clase media debe de saber y un poco más y la ultima… La última se cree una estúpida. La primera detesta la soledad, la segunda la anhela y la tercera garcha con ella.
Estas tres mujeres lo único que tienen en común es su infelicidad y aun así son capaces de compartir día tras día la mesa y a veces, aunque pocas, reír con sinceridad.
La segunda lloraría si me leyera.