Servicio Social en el Psiquiátrico II

Y cuando volví a pensar, me di cuenta de que había criticado bajo el mismo prejuicio de los demás: los internos están mal. No, no lo están. Solo les hace falta un componente que resulta tan sádico como inquebrantable: el dinero. Las medicinas son caras, los tratamientos también. Las medicinas es lo que hace que ante los ojos de los demás parezcan que están bien.

El sanatorio los deprime, quieren irse. ¿Por qué deben de permanecer encerrados si no han hecho nada malo? ¿Por qué recluirlos alegando defectos de fábrica, si son seres humanos y no producto comerciales? ¿Por qué no aprender de ellos en lugar de querer enseñarles? ¿Qué tal si somos nosotros los que estamos “mal”? ¿Quién dictamina que ellos, los pacientes de un psiquiátrico, lo están?

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Es todo, menos la verdad

¿Condenarnos al olvido o condenarnos a la juventud eterna? ¿Condenarnos a lo poco que nos queda o condenarnos a la idea de todo lo que nos espera? ¿Condenarnos o salvarnos? ¿Cómo decidir entre todo lo que tenemos? ¿Cómo escoger al verdadero amor? No sirve, no va, es prejuicio y no ansiedad.

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¿Alguna vez has sido lo que eres? Yo no. He pasado la vida, viéndola de lejos. He visto fotos en las que nunca he salido, aún cuando estuve alado en el momento preciso. Hay anécdotas que no me di cuenta cuando sucedieron, aún cuando afirmen que yo estaba presente, tangente, pero como siempre haciendo algo que según yo me daría mi espacio, mi forma. He dejado escapar mil formas y mil espacios durante estos años, vueltas que nunca se repetirán, idas que se me han escapan de las manos justo ahora. Me he callado, he hablado, pero pocas veces he participado.

No sé quién soy, no lo sé, dame el lugar que me corresponda, así querré ser lo que soy por medio de lo mejor que fui. Porque hace un año decidí vivir.

Servicio Social en el Psiquiátrico

Las personas que están ahí tienen una enfermedad sí. Tienen un trastorno, también, pero siguen siendo personas. No merecen que se les trate como seres inferiores, que se les minimice, que se les tire a lo loco, que no se les haga caso, que se burlen de ellos.

Los tratan como si fuesen niños pequeños que no entienden. Los administrativos comodísimos en el aire acondicionado, mientras los pacientes tienen que vivir de las sobras de los demás, de lo que el gobierno da y que las enfermeras utilizan para ir todas uniformadas y bonitas.

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Fruto de la tierra y el trabajo de los hombres

Pase tres días trabajando como inmigrante, sudando como cerdo, caminando como keniata, deshierbando como vaca y comiendo como pajarito en el campo. Pase tres días en la experiencia rural de la escuela para acreditar una materia. Y al final, después de seis hectáreas me entere que un tractor era el que hubiese hecho mi trabajo, mientras yo me alejaba de los matorrales de serpientes a carne viva.

Un tractor hubiese andado lo que yo camine, hubiese arrancado las plantas que yo corte, sin el menor esfuerzo y con mayor medida. Pero un tractor no siente, no sueña, no vive, no piensa, no llora, no se cansa, no se ahoga, no corre, no se harta, un tractor se descompone y es el campesino el que tiene que hacer su trabajo en condiciones más extremas de las que yo hubiese podido vivir.

Yo no tengo una familia a la que alimentar, ni hijos a los cuales educar, yo no tengo la piel quemada, ni sesenta y tantos años, ni acarreo el trigo de la ciudad al campo y luego lo siembro rezando que con ello pueda pagar la cuenta de dos años antes, a mi no me niegan al subsidio al campo porque donde vivo todo esta pavimentado y decimos tener conciencia ecológica con dos jardineras alado de la cochera, yo no aviento fertilizante para aplacar las plagas sin protegerme las manos y después tallarme los ojos y terminar con cataratas, yo no hago nada más que escribir lo que es la vida de los que saben ganarse el pan día con día y seguir comprándolo aun a un precio que rebasa por mucho su presupuesto.

Es que quizás no es que ellos tengan muy poco, si no que nosotros tenemos mucho. No es que ellos imiten nuestra conducta y se vean desgraciadamente ridículos, es que nosotros somos ridículos exagerando en lo que decimos, vestimos, compramos y aplaudimos. Es que nosotros olvidamos lo que es en verdad el esfuerzo humano.