Y cuando volví a pensar, me di cuenta de que había criticado bajo el mismo prejuicio de los demás: los internos están mal. No, no lo están. Solo les hace falta un componente que resulta tan sádico como inquebrantable: el dinero. Las medicinas son caras, los tratamientos también. Las medicinas es lo que hace que ante los ojos de los demás parezcan que están bien.
El sanatorio los deprime, quieren irse. ¿Por qué deben de permanecer encerrados si no han hecho nada malo? ¿Por qué recluirlos alegando defectos de fábrica, si son seres humanos y no producto comerciales? ¿Por qué no aprender de ellos en lugar de querer enseñarles? ¿Qué tal si somos nosotros los que estamos “mal”? ¿Quién dictamina que ellos, los pacientes de un psiquiátrico, lo están?